Michael Ende

Si los hombres supiesen lo que es la muerte,
ya no le tendrína miedo.

domingo, 28 de febrero de 2010

Latinos y cristianos

Las lápidas de romanos de la época clásica y las de los cristianos reflejan sus distintas posturas ante la muerte.
Los romanos escribían el tiempo total en el que había vivido una persona: LXVIII ann. X m. V d., "sesenta y ocho años, diez meses y cinco días". Lo importante era el tiempo que esa persona había permanecido viva y que había compartido con los demás.
Como final, se usaban las siglas S.T.T.L. "sit tibi terra levis", que la tierra te sea leve.
Por su parte, en las tumbas cristianas se escribe el día en que nació y el día que murió una persona. Importa la fecha de la muerte porque es el día que se encontró con Dios y empezó a vivir la "verdadera" vida, en el cielo. Y como colofón, se usaban las siglas latinas R.I.P. "requiescat in pace", (acortación de "requiescat in pace Domini quem amavit": descansa en la paz del Señor al que amó) lo que hoy se ha modernizado y se escribe en castellano como D.E.P. "descansa en paz".
Yo simpatizo más con la idea latina.

miércoles, 17 de febrero de 2010

Idea

Uno de los grandes miedos del hombre es el miedo a la muerte.
Hay unos rincones donde se ha quedado aparcada, para no tener que acordarnos de que existe. Esos lugares han sido llamados de muchas maneras: camposanto en cristiano, necrópolis en griego..., en fin, el cementerio de toda la vida.
Es un lugar que se evita visitar por todo lo que representa. Da miedo, escalofríos, nunca queremos ir allí porque el motivo de visitarlo nunca es un motivo de alegría, sino señal de una desgracia.
Pero aquí en Madrid se alza uno de los cementerios más conocidos: el cementerio de la Almudena, miles y miles de kilómetros de terreno abonado de árboles, caminos para pasear y... bueno, sí, y tumbas. Sepulturas compradas, individuales, familiares, grandes, pequeñas, rotas, con cruces, con esculturas, con letras gastadas, con mármoles brillantes, ricas, pobres... reflejo de las personas que un día fueron.
Se visita en muy pocas ocasiones, cuando sucede alguna desgracia o el día de Todos los Santos. El resto del año ¿quién se acuerda de este terreno ajardinado con vistas a la carretera? Sólo los que trabajan allí.

Hace tiempo que llevo haciéndome muchas preguntas acerca de este tema. Primero buscaba la estética de las esculturas. Una escultura en un museo es arte, ¿qué son las esculturas de los cementerios? En principio, un negocio de los “artistas” del mármol. Me quedé con la estética y realicé una serie de fotos en blanco y negro de esculturas y chicas vestidas de negro. Pero se me quedaron muchas cosas en el tintero. Me di cuenta del estado del cementerio: hay tumbas rotas, mausoleos opulentos rozando lo cursi, esculturas repetidas, números... De vivos somos un número, el del D.N.I. y de muertos curiosamente, no dejamos de ser un número, somos el de la lápida. Y todo ello me pareció muy criticable y muy irónico.

El título es “El cemen...” por el miedo a decir la palabra completa. En el arte, los cementerios sólo han formado parte de imágenes lúgubres, yo lo que pretendo mostrar es que es un sitio como otro cualquiera, que ya que está ahí, se le podría hacer un poco de caso y que no en todos lados se conserva muy bien. No quiero ser irrespetuosa en ningún momento, sólo mostrar esa realidad invisible, para que nos deje de dar miedo. Y deciros que, a pesar de lo que hemos visto en las películas, en el cementerio luce el sol todas las mañanas.